Ayer fui objeto de la mayor ofensa que se me haya hecho a lo largo de una vida que vale por tres veces lo que tengo de años de existencia. Nunca imaginé que mis simples compulsiones de ciudadano decidor iban a provocar tan grave ofensa. Jamás pasó por mi mente, al exponer mis humanas visceralidades, que sería objeto de una agresión tan extrema. Ahora andaré muy “chivo” por estas calles, ante la eventualidad de que algún fanático se abalance sobre mi endeble humanidad…Ayer, pues, me dijeron cara a cara nada menos que ¡“analista político”! (Y, hecho una furia, no atiné más que a contestar: “¡Más analista es usted, buen fresco!”).
