NUEVA YORK- Como resultado del trabajo comunitario del Senador Adriano Espaillat en la búsqueda de soluciones a los problemas que afectan a miles de pacientes en la sala de emergencias del New York-Presbyterian, el hospital del Alto Manhattan anunció que está en el proceso de hacer cambios a su servicio de emergencias.
En el New York-Presbyterian las personas tienen que esperar un promedio de 717 minutos en la sala de emergencias antes de ser admitidas como pacientes del hospital, cerca del doble del tiempo de espera promedio de los centros de salud de Nueva York (378 minutos) y muy superior al promedio nacional de 274 minutos.
El trabajo que viene realizando el Senador Espaillat desde hace meses incluyó la celebración de una audiencia pública sobre el tiempo de respuesta a las necesidades de los pacientes y las condiciones generales de la sala de emergencias del hospital Presbiteriano de Nueva York, que se celebró el miércoles, en el Centro Malcolm X y Dr. Betty Shabazz de Manhattan.
El New York-Presbyterian dijo en un comunicado que espera completar una expansión del servicio de emergencias para adultos en 2017, lo que duplicará la capacidad de la sala de emergencia actual, elevando el número de áreas de tratamiento de 44 a 88.
El Senador Espaillat saludó la medida porque la misma beneficiará principalmente a las familias de bajos ingresos que acuden a las salas de emergencias del hospital en busca de una atención médica de calidad y con prontitud, pero subrayó que su oficina se mantendrá enfocada en que se mejoren las condiciones generales en dicha sala de emergencias antes de 2017, hasta que la comunidad reciba el tipo de acceso al cuidado de salud que merece.
En la audiencia pública, además de funcionarios electos como los concejales Ydanis Rodríguez y Mark Levine, participaron cerca de 35 personas, entre ellas pacientes, médicos, enfermeras y otros servidores de salud.
Entre los testimonios más reveladores figuraron el de Guillermo Covarrubias, cuya hija, pese a que tenía un trasplante de pulmón y estaba sangrando, tuvo que esperar unas cuatro horas antes de recibir atención médica.
Y el de Graciela Martínez, cuya madre, Azucena de Martínez, de 100 años de edad, tuvo que esperar 25 horas en la sala de emergencias del New York-Presbyterian antes de que le asignaran una habitación para ser hospitalizada, el 27 de junio del 2013.
La enfermera Nora Murphy, quien lleva trabajando en la sala de emergencias del New York-Presbyterian desde 1988, dijo que lo normal es que una enfermera atienda a 4 pacientes a la vez, “pero en el New York-Presbyterian tenemos que atender de 9 a 10 pacientes, y esa es la asignación, de modo que la excepción se ha convertido en la norma”.
Durante la audiencia, Espaillat describió al hospital New York-Presbyterian como una instalación de clase mundial y una institución importante para el Alto Manhattan, “pero el tratamiento que ofrece el centro de salud en su sala de emergencias se ha convertido en una ‘historia de dos hospitales’".
“Esta historia incluye una sala de emergencias abarrotada de pacientes -con tiempos de espera que exceden el doble de la media nacional y más alto que en las instalaciones similares en zonas desfavorecidas”, dijo Espaillat. “Este problema es tan pronunciado que el 5% de los visitantes de la sala de emergencias se marchan antes de que puedan recibir tratamiento”.
El Senador Espaillat dijo que el problema incluye quejas recurrentes de pacientes a quienes se les ha pedido detalles de su historial médico privado en áreas públicas y en condición de hacinamiento, “constituyendo una violación a su privacidad”.
Espaillat expresó que en comparación con los pacientes atendidos por especialistas en el hospital, los miembros de la comunidad que visitan la sala de emergencias son personas de la raza negra y latinos de bajos ingresos.
“Ellos son más propensos a depender en Medicaid para su seguro médico; y muchos otros que son inelegibles para un seguro debido a su estatus migratorio”, indicó Espaillat. “Por supuesto que la sala de emergencias es menos rentable que otras partes del hospital. Pero eso no quiere decir que podemos aceptar condiciones pocos seguras”.
Espaillat aclaró que la audiencia pública no pretende ser un ataque al New York-Presbyterian, sino que es una plataforma que ofrece una oportunidad para que los miembros de la comunidad del Alto Manhattan puedan discutir abiertamente los problemas y experiencias que han tenido y a la vez puedan aportar soluciones.
“Los testimonios escuchados en esta audiencia son sólo el comienzo de un esfuerzo para crear un hospital comunitario más inclusivo y sensible que beneficiará a todo el mundo”, dijo Espaillat. “Los problemas y soluciones escuchados se utilizarán para elaborar un informe sobre cómo mejorar las condiciones, mejorar la colaboración entre el New York-Presbyterian, los funcionarios electos, los miembros de la comunidad, y las partes interesadas, y el resultado esperado será un hospital local en el que la comunidad pueda confiar sin reserva”, señaló.