La Constitución de 2010 convierte el tema de la reelección presidencial en un tema a ser analizado desde la dimensión ética del constitucionalismo. Es decir, se debe analizar si desde los principios, las normas y los valores que defiende la Constitución, es posible reformarla para permitir a un Presidente repostularse.
Este primer elemento nos conduce a afirmar que el tema antes de ir al Congreso debe ser sometido a la consideración del órgano jurisdiccional encargado por la propia constitución, de su defensa. A nuestro juicio, el primer obstáculo que deben enfrentar los reeleccionistas es el de recabar la opinión del Tribunal Constitucional.
Pues dado el carácter histórico del tema de la repostulación presidencial,se debe analizar: si el constituyente de 2010 otorgó un sentido pétreo a la reelección, lo cual no ponemos en dudas dado el bailoteo que dicha figura ha jugado en el devenir constitucional del país, ó, si por el contrario, la misma tiene carácter flexible.
Por ejemplo, la Constituyente de 1844, fue secuestrada y obligada a abdicar por tropas bajo el mando de Pedro Santana quien más adelante haría uso y abuso del poder: Buenaventura Báez por igual. Ulises Heureaux hizo lo propio; más tarde se diría ¡Horacio o que entre el mar! Con Trujillo no era conveniente cambiar de caballo al cruzar un río, ni pedir limosna para tumbarlo; Con Balaguer, los resortes del poder, fueron usados con la finalidad de mantener en el poder a un hombre predestinado en la silla de alfileres.
La soledad del poder que embargó a Don Antonio Guzmán, al término de su mandato, es atribuida a su no aspiración a reelegirse. Salvador Jorge Blanco salió del Palacio Presidencial a la cárcel. Hipólito Mejía ha pagado un precio muy alto por reformar la constitución en 2002 para buscar la repostulación, pues su partido carece desde entonces de objeto como bien explicó Hatuey Decamps en su momento; Leonel Fernández se repostuló en 2008 en condiciones discutibles. En todos estos casos, el marco constitucional difería del actual, pues nunca antes constitución alguna, tuvo en el país la dimensión ética de la presente.
Por otra parte, Juan Pablo Duarte nunca gobernó, pero sus postulados civilistas perduran; Ulises Francisco Espaillat alcanzó la gloria gobernando solo cuatro meses con un civilismo ejemplar. Juan Bosch es la antorcha que ilumina la democracia dominicana, porque en solo siete meses transformó el constitucionalismo criollo de una manera aun no superada.
No vaciló para hacer una constitución en donde la repostulación quedaba prohibida. Las luces que hoy iluminan el gobierno de Danilo Medina alumbran precisamente, porque el pueblo tiene la certeza de que no busca repetir en la presidencia de la república. En el momento en que se desdiga de sus palabras será un gobernante más, pues su gran estrella es emular a Bosch en lo referente a la reelección presidencial.
Ahora bien, quienes susurran a los oídos del Presidente Medina buscando convencerle para que acepte una repostulación no son sus amigos, pues pretenden deslucirlo como mandatario allí donde el pueblo lo ha admirado más, emplean argumentos a todas luces inconstitucionales, pues el que lo esté “haciendo bien” no es suficiente, pues desde el punto de vista ético, se entiende que todo presidente al momento de tomar juramento de su cargo, jura respetar la Constitución de la República y hacerlo bien, pues el pueblo le escogió precisamente porque su propuesta marcó ese punto de vista.
Tampoco puede fundarse en momentáneos argumentos de encuestas donde está claro que lo que se busca es hacer daño a Leonel Fernández. Es decir, al Presidente del partido de gobierno. Esa es pues una manzana envenenada que Danilo no debe morder, porque significaría su ruina. Danilo juró –al momento de visitar la tumba de Bosch en la Vega-, seguir su legado y su legado es –entre otros-, la no repostulación.
Además, está claro que su misión como hombre de partido es volver a su partido a seguir siendo el gran organizador que ha sido, el gran armador y militante. En cambio, Leonel tiene asignaturas pendientes con la nación que es necesario que cumpla, debe materializar la Constitución de 2010, que es su gran obra de gobierno y debe institucionalizar el país porque muchas de sus iniciativas, a pesar de que han sido continuadas por Danilo, requieren de su orientación porque solo él puede darle la dimensión ética que requieren.
Danilo ha concentrado su accionar de gobierno en políticas públicas diferentes: ha tenido que ir a lo social por oposición a lo institucional. Ahora se requiere que para 2016, se vuelva a marcar el paso de lo institucional sin descuidar lo social, al tiempo que se quita uno que otro lastre que arrastró Leonel como consecuencia de la alianza que debió hacer para asumir el poder en 1996. Una nueva postulación crearía condiciones adecuadas para Danilo en 2020 y maduraría la cantera de presidentes que se cuecen al interior del PLD.
Por tanto, la dimensión moral, la dimensión ética de la reelección, indica que es improcedente: el camino ha de estar despejado para Leonel porque los objetivos programáticos de la Constitución requieren de su conducción. DLH-10-10-2014