<b>Estamos a pocos días de darle sepultura
al año 2013, que al decir de muchas personas fue catastrófico porque arrastró
una secuela de crímenes, asaltos, violaciones, abusos, incomprensiones, angustias,
etc.</b>
Nos preparamos, como siempre, a darle oportunidad al
2014 en medio de una irracional francachela adornada de tragos y de excesos,
pero llenos de esperanzas que nunca se realizan.
Veremos a la gente alborotarse al llegar las doce de
la medianoche, momento en que el presente año le entrega la banda presidencial
a uno sin experiencia y con proyectos de todas índoles, pocas veces
irrealizables.
El comercio toma un ritmo acelerado, con diversas
ofertas, habida cuenta de que el presupuesto familiar será digerido en un tris,
sin eructar, porque esa es su misión especialmente en esta época del año.
Vistas estas cosas, creo que tiene sentido la
exhortación que hizo el presidente Danilo Medina a la ciudadanía para que
disfrute las fiestas de navidad y Año Nuevo sin excesos.
Estos consejos a veces caen en el vacío. Sólo los
ciudadanos cautelosos asimilan esas orientaciones, sobre todo los que siguen el
mandato del Supremo Creador del universo.
Realmente, da mucha pena ver como las personas
desperdician su existencia en cosas que en nada beneficia al organismo, tomando
como excusa las tradicionales fiestas de cada diciembre.
Lo peor de todo es que cada año ocurre lo mismo,
aunque no con el mismo entusiasmo y el glamour de épocas anteriores.
La crisis económica ha quitado brillo a estas
fiestas, situación que ha llevado a la humanidad a variar los patrones de
conducta. Hay que cambiar para no hundirse en costumbres desfasadas.