<span style="font-size: 12px;">La Navidad es época
de celebración y regocijo compartidos; pero también es un tiempo en el que se
multiplica el riesgo de accidentes y sucesos violentos, especialmente de
aquellos que pueden afectar la visión.</span>
Y por ello hay que
estar preparados, enfatiza el retinólogo Juan Lorenzo Ubiera, de la Fundación
Centro Láser. Es necesario tomar medidas de precaución para evitar que los
excesos en la ingesta de alcohol, la velocidad e intolerancia en la conducción
de vehículos de motor, la violencia y el uso de fuegos artificiales puedan teñir
de tragedia la fecha festiva.
La primera medida es
tener ubicados los teléfonos de los médicos de confianza o de cabecera, entre
ellos el de un buen oftalmólogo; así como establecer una vía rápida hacia el
establecimiento público o privado de salud al que se acudirá en caso de
emergencia.
“Un accidente mal
manejado puede acarrear secuelas irreversibles”, expone Ubiera. En caso de
traumas ocasionados por accidentes o agresiones, no se debe manipular un ojo
impactado por cuerpos o partículas extrañas, ya que su contenido puede
prolapsar, es decir, ser vertido hacia afuera”, agrega.
El retinólogo de
Centro Láser recomienda no manipular, ejercer presión ni retirar del ojo de la
persona afectada ningún tipo de partículas u objetos. “Lo apropiado es parchar
el ojo con un vaso higiénico desechable al cual se le quita el fondo y se fija
a la cabeza con cinta adhesiva, para crear una barrera y evitar el contacto con
cualquier superficie”.
Si el ojo ha sufrido
una quemadura o ha sido salpicado por sustancias irritantes, “es preciso lavarlo
con abundante agua. No es necesario ningún tipo de solución, sólo agua. La
desorganización, la manipulación indebida y el uso de remedios caseros
complican los casos”.
En Navidad –refiere
el oftalmólogo- suelen aumentar los atracos en los que se hace uso de amoníaco,
ácido del diablo, lejía y otras fórmulas cáusticas para rociar a las personas,
cuyos ojos deben ser lavados con agua en grandes cantidades para disipar el calor
y arrastrar la sustancia irritante.
“La persona
accidentada o atacada debe ser trasladada inmediatamente a un centro de salud
adecuado. En el país hay una infraestructura de servicios oftalmológicos avanzada,
compuesta por instituciones públicas, privadas y mixtas, como la Plaza de la
Salud, Cecanot, el hospital de Los Americanos y la Fundación Centro Láser,
entre otros”.
Lo ideal es que la
persona afectada reciba atenciones dentro de la primera hora de ocurrido el
suceso, para evitar infecciones y protrusión del contenido ocular; y que reciba
tratamiento adecuado, ya que un personal sin entrenamiento y el uso de
materiales inapropiados pueden empeorar el daño, acota.
Secuelas
Las varillas,
montantes, “tumbagobiernos”, volcanes y otros fuegos artificiales pueden,
literalmente, destruir los ojos. Las chispas de la aparentemente inocua “pata de gallina” pueden
alcanzar los 1,500 grados Fahrenheit, una temperatura que derrite el oro.
“No se debe estar a
menos de 500 metros del lugar donde se manipula fuegos artificiales. Esto es, a
una cuadra de distancia. Los fuegos artificiales pueden provocar todo tipo de
dañ trauma ocular penetrante, desgarro de la pared ocular, vaciado del
contenido del globo, cicatrices en la córnea o pérdida total del ojo”.
Igualmente, pueden
provocar “heridas en la pared ocular, luxaciones o salida del cristalino,
catarata por golpe violento y desprendimiento de retina”.
Otra amenaza a la
salud ocular en Navidad es la ingesta de alcohol clandestino o metílico, el
cual puede producir ceguera irreversible. El abuso del alcohol etílico normal,
provoca, a su vez, pérdida de reflejos en la conducción automovilística y en la
manipulación de armas de fuego, con resultados funestos.
Y, no menos
importante, la violencia producto de la delincuencia o la intolerancia resulta
en botellazos, palos, trompones, batazos y otras agresiones, por lo que Ubiera recomienda
tolerancia, prudencia y autocontrol, a fin de que la Navidad transcurra con
alegría.