<b>La educación como instrumento de cambio es esencial y al mismo tiempo constituye una de las herramientas más importantes para construir la nueva sociedad; el renovado espacio social donde se imponga el buen vivir, la inteligencia y el crecimiento humano.</b>
No se conoce en la historia moderna una sociedad que haya podido transformarse, modernizarse y superar los viejos esquemas que impiden su progreso económico y social, sin tener como base la educación.
En el mundo actual hay diez países que tienen la supremacía en los niveles de inversión en el ámbito educacional, donde el gobierno conjuntamente con sector privado realiza cuantiosas inversiones orientadas al perfeccionamiento y actualización de sus conciudadanos.
Canadá, Israel, Japón, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Reino Unido, Finlandia, Australia e Irlanda, tienen los niveles más altos en inversiones en educación, formación en la escala secundaria y universitaria, según datos de la Organización para la Cooperación y el DesarrolloEconómico (OCDE).
Las cifras sobre Canadá registran que tiene el mayor porcentaje de graduados universitarios o equivalente, un 51% de la población, siendo el único país donde más de la mitad de la población tiene educación terciaria. Los canadienses invierten un 6,1% del PIB en educación.
Hacia el 2010, Israel tenía un 46% de su población con formación terciaria y un 92% con título de secundaria. Su gasto en educación ascendió a un 7,2% del PIB.
El gran pensador Platón fue un eterno propulsor de la educación a través de su visión filosófica dejando valiosos aportes expuestos en sus famosos diálogos. Para él, la educación es el punto de partida en virtud del cual el alma adopta una posición ante el mundo y ante la vida. “Por ello, no puede ser abandonada al azar de las circunstancias ni dejada en manos de cualquiera”, enfatizaba.
Es verdaderamente loable que en la República Dominicana las autoridades hayan adoptado el firme compromiso de combatir el analfabetismo que afecta una apreciable franja de la población con el Plan Nacional de Alfabetización, de cuya primera etapa ya se han graduado setenta mil ciudadanos y ciudadanas dentro del programa “Quisqueya Aprende Contigo”.
Otras disposiciones adoptadas desde el Gobierno son la asignación y ejecución del 4% del Producto Interno Bruto para la educación preuniversitaria, la implementación de la tanda extendida en 567 centros educativos que impactará a más de 200 mil estudiantes así como el cumplimiento de la disposición de ofrecer educación preescolar universal.
A este esfuerzo del sector público por reducir el analfabetismo en el país, debe incorporarse de manera decidida el sector privado, apadrinando centros escolares para dotarlos del equipamiento y herramientas tecnológicas necesarias para impartir una educación eficiente y de calidad.
En la práctica, serán precisamente los empresarios los más beneficiados ante una disminución de la tasa de analfabetismo porque a partir de ahí dispondrán de un personal calificado y con otras actitudes en sus empresas.
Gran parte del éxito de las naciones desarrolladas en la educación ha sido obtenida mediante la colaboración de empresarios e instituciones privadas.
El derecho a la educación está consagrado en nuestra Constitución y por tanto es un deber patriótico que podamos prestar nuestra colaboración hacia una iniciativa tan hermosa y constructiva como la alfabetización.
La iniciativa gubernamental en materia educacional ha ido más lejos porque ahora incluye a las personas que guardan prisión en la Penitenciaria de La Victoria, donde podrán ser alfabetizadas unas tres mil y donde ya ha hay formados 23 núcleos de alfabetización.
La cruzada contra el analfabetismo en la República Dominicana es tarea de todos y todas, y debe continuar.