martes, mayo 13, 2025
  • Inicio
  • Sobre DiarioDigitalRD
Diario Digital RD
  • Inicio
  • Actualidad
    • Destacadas
    • Educación
    • Medio Ambiente
    • Noticias
    • Política
    • Provincias
    • Salud
    • Seguridad Pública
    • Turismo
  • Mundiales
    • Globales
    • América Latina
    • El Caribe
    • España-Europa
    • Estados Unidos
  • Entretenimiento
    • Espectáculos y Cultura
    • Cine y TV
    • Farándula
    • Musica
    • Literatura
  • Economía
    • Economía & Finanzas
    • Empresariales
    • Inmobiliarias
  • Deportes
    • Baloncesto
    • Béisbol
    • Fútbol
    • Más deportes
  • Ciencia
    • Novedades
    • Tecnología
    • Galería de Videos
  • Sociales
    • Las Sociales
    • Moda y Belleza
  • Opinión
    • Columnistas
    • Carta del Lector
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Inicio
  • Actualidad
    • Destacadas
    • Educación
    • Medio Ambiente
    • Noticias
    • Política
    • Provincias
    • Salud
    • Seguridad Pública
    • Turismo
  • Mundiales
    • Globales
    • América Latina
    • El Caribe
    • España-Europa
    • Estados Unidos
  • Entretenimiento
    • Espectáculos y Cultura
    • Cine y TV
    • Farándula
    • Musica
    • Literatura
  • Economía
    • Economía & Finanzas
    • Empresariales
    • Inmobiliarias
  • Deportes
    • Baloncesto
    • Béisbol
    • Fútbol
    • Más deportes
  • Ciencia
    • Novedades
    • Tecnología
    • Galería de Videos
  • Sociales
    • Las Sociales
    • Moda y Belleza
  • Opinión
    • Columnistas
    • Carta del Lector
Sin resultados
Ver todos los resultados
Diario Digital RD
Sin resultados
Ver todos los resultados
Portada Opinión Columnistas

Bolívar, García Márquez y la supervisión histórica

por Carlos Tejada
julio 31, 2013
en Columnistas
0
0
COMPARTIDOS
0
VISTAS
Comparte en FacebookComparte en TwitterComparte en Whatsapp

Gabriel García Márquez descolló en las
letras universales sobre el lomo resbaladizo de la apostasía: su lenguaje tiene
la exquisita ferocidad del anatema mesiánico, sus imágenes son ardientes
evocaciones de realidades trastrocadas por una imaginación rica en matices y,
por añadidura, el discurso esencial de toda su obra es una filípica despiadada
contra las sinuosidades de la memoria social y la historia de nuestros países.

  En otras palabras, el celebrado autor
colombiano, más allá de su vanguardista ideología estética y de su abierto
compromiso con determinadas causas sociales y políticas, devino un nuevo
profeta de la herejía en el terreno siempre anchuroso del laborantismo
literario.

  Pero los apóstatas -no lo olvidemos- son
habitualmente prisioneros de la temporalidad: toman por asalto una época, se la
restregan en el rostro a sus contemporáneos provocando urticarias y cardenales,
y terminan colmándola hasta el hartazgo con sus novedosísimas elucubraciones.
Nada más, emper nacen, se glorifican y mueren en los brazos de cierto
extremismo no penalizado, y después apenas se recuerdan en cenáculos y peñas
como ecos apagados de un delirio creador preterido por la embestida inapelable
de los tiempos. Esa es, insisto, la tragedia de los herejes: la inmortalidad
sólo les roza el pellejo.

  Por supuesto, Gabriel García Márquez, en
honor a la más pura verdad, no quiere ni puede ser del tipo universal de los
herejes: su vida, los meandros de su “sesera” y la obra que lo ha hecho famoso
no “cuadran” al respecto. Pero creo, y debo decirlo sin vacilación alguna, que
a veces ha estado en riesgo, probablemente de manera consciente, de dejarse
arrastrar por aquella infeliz orquestación de la Historia. Y no es extrañ la
frontera entre apostasía y decrepitud en ocasiones puede ser tan trivial como
un bostezo matinal. 

  Ciertamente, hay momentos de la existencia
creativa de García Márquez en los que parece que no le bastaron la sedición de
la realidad y los arrestos radicales de la imaginación, pues tomó el peligroso
vericueto de la subversión del mito histórico en su más hondo contenido
sentimental. Este fue el caso, por ejemplo, de “El General en su laberinto”. Y
aunque su arma fuera el testimonio novelado, parapeto siempre propicio para los
despropósitos y las sinrazones de autores amados por las muchedumbres, la
peligrosidad, insisto, no deja de ser evidente.

  Lo diré a pesar de que no ignoro cuantas
cortadas de ojo que provocará mi atrevimient “El General en su laberinto” es
un libro desgraciado. El enorme esfuerzo que supuso la recreación de Bolívar y
sus circunstancias durante las últimas jornadas de su existencia, se desvanece
ante el estrépito bochornoso del mito desarticulado y quebrado. No es justo.
Toda la luz del Libertador (que la tiene de sobra, pese a las inquinas de sus
críticos de ayer y de hoy, incluyendo a don Carlos Marx), por obra de un
espectáculo de exploración que desviste hasta las tripas emocionales, es
agredida gratuitamente por la bruma de lo nimio e intrascendente.

  Confieso sin rubor alguno que semejante
audacia de García Márquez me dejó un sabor acre en el alma tras acometer la
primera lectura del texto de marras, pues tuve la impresión de que el Gabo, en
un letal intento por navegar en las intimidades de Bolívar con aire de graciosa
honestidad, terminó complotando contra la gloria de aquel a caballo de una
descripción demasiado ruda y cruda de las insignificancias y los pormenores de
su vida doméstica. ¡Lastimero, mezquino y deplorable empeño que,
paradójicamente, es hijo de la voluntad de un escritor de vuelo aquilino y
definida conciencia histórica! 

  ¿Lo digo con toda vulgaridad? Me ha
parecido que a García Márquez sólo le ha faltado sentarse en su excusado y
defecar en nombre de Bolívar ante toda la humanidad reunida para la ocasión.
Porque, insist ese virtual desembarco agresor sobre la privacidad de la
alcoba y del humor familiar supone un ejercicio literario de intenciones
dudosas par un autor como García Márquez. ¿Desde cuando los improperios
caseros, las nocturnas erupciones vomitivas o las deposiciones en letrinas de
antaño son objetos o materiales atractivos para el arte de la narración? 

  La libertad de creación, en mi humildísima
opinión, no se puede extremar hasta ciertas latitudes íntimas sin caer en el
terreno pantanoso del agravio. Cuando un escritor invade el ámbito de las
miserias intestinas de un héroe, no parece animado por el espíritu lícitamente
irrespetuoso del arte o por las urgencias desmitificadores de la conciencia
estética: más bien, parece que siembra la semilla podrida de la sospecha, y
provoca más hedores que hervores. ¡No hay que confundir la irreverencia de
pensamiento (que casi siempre es plausible porque persigue la verdad) con la
desfachatez retórica (que casi siempre es condenable porque persigue la
mentira)!

  La cuestión es simple: en realidad un
héroe, en tanto símbolo y ejemplo para la gente, no necesita esa banal y
torturante desnudez para ser mostrado en sus pequeñas dimensiones de simple
mortal. Se sabe que no es divino sino terrenal, y siempre hay posturas públicas
que lo retratan o debilidades culminantes que lo develan. Además, entrar sin
permiso a la “cocina” o al “inodoro” de la vida de los vivos está penado
por  las reglas de la convivencia social.
¿Y la “cocina” y el “inodoro” de los muertos? ¿No tienen para los vivos cierta
veda ante la ley suprema de la conciencia? Las malandanzas domésticas
constituyen, según creo, una historia personal que debería ser respetada tanto
por el bisturí del literato como por la pluma del historiador.

  (Da pena, mucha pena ver cómo los más
sucios entresijos de la vida de un grande de la Historia son echados a los
perros de la cotidianidad para que sean devorados como desechos de carnicería.
La gente que lee y goza al autor de “Cien años de soledad” ha sido víctima, por
así decirlo, de un asalto de alienación: no otra cosa significa la transmisión
de aquellas imágenes penosas, gemebundas y degradantes con una morbosidad que
se oculta tras la trascendencia de su nombre).

  Pero hay algo más. ¿Tiene derecho un
literato a valerse de su nombradía y de la libertad de creación para modificar
la visión histórica de sus lectores sobre un héroe? En el caso que nos ocupa,
la obra, al operar con brutalidad de brigada de demolición, casi derrumba una
simbología y un ejemplo que son columnas marmóreas de la Historia de América.
No creo que los lectores de García Márquez le agradezcan por semejante
desafuero históric bastan las miserias humanas y las inconductas de los malos
para definir paradigmas (aunque sea a la inversa) o para justificar todo
rechazo a las elegantes tentaciones del nihilismo.

  Aunque no ignoro que las presentes
reflexiones se desbocan por el viejo territorio 
de las humanidades en el que creadores literarios e historiadores cruzan
fieramente sus sables, todavía me pregunto por qué tanta gente ha lisonjeado a
“El general en su laberinto”. La verdad es que, después de más de una decena de
lecturas, a mí todavía me es imposible aplaudir ese texto del celebrado autor
colombiano, y me sigue produciendo una portentosa angustia y una desilusión
aluvial.

  Me parece, y lo digo sin ambages aunque me
“premien” con “bembitas” de todo tipo o me cuelguen el sambenito de ignorante,
que “El General en su laberinto” es un libro sórdido y desventurado. Y por eso
en su momento opiné de él lo mismo que sostengo sobre la última creación de
García Márquez (“Memorias de mis putas tristes”): se trata de un texto impropio
de su grandeza, y él no debió escribirlo nunca.

(*) El autor es
abogado y profesor universitario

[email protected]

Articulo Anterior

Juez otorga todo el poder a la MLB para aclarar dopaje de peolteros

Siguiente Articulo

<p>Vincho Castillo: el Talleyrand dominicano</p>

Siguiente Articulo

<p>Vincho Castillo: el Talleyrand dominicano</p>

ADVERTISEMENT
Facebook Twitter

Sobre Diario Digital RD

Diario DigitalRD, fundado el 16 de enero del 2006, es propiedad de Editora Diario Digital SRL, una compañía formalmente constituida en Republica Dominicana. Escríbenos a [email protected]

Secciones

  • Actualidad
  • Deportes
  • Espectáculos & Cultura
  • Economía & Finanzas
  • Globales
  • Sociales
  • Tecnología

Opiniones

  • Opinión
  • Columnas
  • Columnistas
  • Carta del Lector
  • La esquina del Poeta
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Inicio
  • Actualidad
    • Destacadas
    • Educación
    • Medio Ambiente
    • Noticias
    • Política
    • Provincias
    • Salud
    • Seguridad Pública
    • Turismo
  • Mundiales
    • Globales
    • América Latina
    • El Caribe
    • España-Europa
    • Estados Unidos
  • Entretenimiento
    • Espectáculos y Cultura
    • Cine y TV
    • Farándula
    • Musica
    • Literatura
  • Economía
    • Economía & Finanzas
    • Empresariales
    • Inmobiliarias
  • Deportes
    • Baloncesto
    • Béisbol
    • Fútbol
    • Más deportes
  • Ciencia
    • Novedades
    • Tecnología
    • Galería de Videos
  • Sociales
    • Las Sociales
    • Moda y Belleza
  • Opinión
    • Columnistas
    • Carta del Lector

© 2020 Diario Digital RD - Todos los derechos reservados.