<b>Nueva vez, los haitianos, dejan ver su verdadero rostro. El
rostro de la desvergüenza y del malagradecido, que prefiere voltear la cara,
para no ver al que le tiende la mano, le da de comer y le cura la herida. Sin
embargo, los haitianos, siempre han sido así, y así seguirán siendo.</b>
Los que debemos ponernos claros, somos los dominicanos.
Quienes debemos adoptar una posición de dignidad y de unidad, frente a una
gente que no tiene una pizca de sensibilidad social, -porque no la tienen entre
ellos-, somos los dominicanos.
Nuestros gobiernos, deben de olvidarse de la política del
´´buen vecino´´, eso no funciona para ellos.
La República Dominicana, se gasta el 30 por ciento de su
presupuesto de salud, ofreciendo
atención medica a los haitianos ilegales, y de cada cien partos en la
Maternidad San Lorenzo de Los Mina, 30 son de haitianas, mientras que en la
Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, de cada 10 camas, entre cinco o
seis, son ocupadas por haitianas.
Pero, esa situación es peor en la zona fronteriza, donde de
cada cuatro camas, tres son ocupadas por haitianos, en su mayoría ilegales.
La República Dominicana es un país pobre, por lo que sus
pocos recursos no los puede malgastar en gente, que nunca lo agradecerán, y que
si algún día tienen la oportunidad de clavarle un cuchillo por la espalda, el
pueblo dominicano puede estar absolutamente seguro, de que no lo dudarán ni un
segundo para hacerlo; porque son traicioneros y malagradecidos, y eso lo llevan
en su sangre.
Los dominicanos le ofrecemos empleos a ciento de miles de
haitianos ilegales, situación que ha
provocado que el salario de los dominicanos se degrade.
Y, si es verdad que exportamos mas de mil millones de dólares
a Haití, no es menos cierto que los haitianos ilegales y legales, envía mas de
esa cantidad en divisas a su país, producto del trabajo que le ofrecemos los
dominicanos.
Pero esa situación no puede continuar:
La República Dominicana tiene que asumir su propio
desarrollo, y el destino de la patria no puede depender jamás, de extranjeros,
y mucho menos de haitianos, quienes durante 22 años, nos invadieron, cerraron
nuestras escuelas, universidad, asesinaron y violaron nuestras mujeres y
colgaron y quemaron vivos a nuestros hombres.
La República Dominicana ha dado muestras de valentía, como
pocos pueblos del mundo lo han hecho.
Los dominicanos hemos luchado a sangre y fuego, contra los
haitianos, los españoles, los ingleses, los franceses y los norteamericanos.
¿Cuántos pueblos del mundo lo han hecho?
Esa es la historia que debemos enseñar a nuestros niños,
niñas y adolescentes, en las escuelas, colegios, universidades, en nuestros
clubes, en nuestros hogares, en los medios de comunicación. Los dominicanos
somos un pueblo heroico, y que no se equivoque nadie.
La falta de respeto a nuestro presidente:
La más reciente acción, que deja al desnudo lo que son los
haitianos, lo dejaron plasmado en la caricatura de un diario de ese territorio,
-porque ni siquiera la categoría de país o Estado tienen-, al presentar la
caricatura del presidente Danilo Medina afectado de AHINI, y luego
de impedir el ingreso de la carne de
pollo, huevos y otros productos cárnicos.
Esta situación se produce, apenas horas de que el presidente
Medina, visitara el territorio haitiano, y ofreciera la donación de millones de
plantas, con el fin de contribuir a reforestar un territorio, que se puede
calificar como ´´desértico´´. Pero los haitianos son así, malagradecidos.
Los que debemos cambiar, somos los dominicanos, y cambiar,
iniciando con la búsqueda de mercados a esos productos, a islas del Caribe, y
otras naciones del área, o China, y olvidarnos de Haití, sellando esa frontera.
La República Dominicana, tiene que declarar de´´
emergencia´´, la formación y capacitación de personal calificado para la
construcción, al tiempo de crear todas las condiciones para la modernización de
la agricultura, elevar los niveles de vida y salarios de nuestros campesinos,
para incentivarlos a integrarse a las labores agrícolas.
Pero, la República Dominicana, también debe mecanizar y
modernizar el corte de la caña en todos los ingenios azucareros del país,
propiciando los incentivos necesarios para ello.
Debe ser una política real, una política de Estado, una
política patriótica, para cortar de raíz nuestra dependencia de la mano de obra
haitiana. LOS DOMINICANOS SI PODEMOS.
Es en atención a ello, que la República Dominicana tiene que
sacar de su territorio a todos los haitianos ilegales que hoy pululan por nuestras calles y ciudades, ofreciendo
una imagen de arrabalización, mostrando imágenes de niños y mujeres pedigüeñas
haitianas que luego son utilizadas para que organismos internacionales
tendenciados nos acusen de esclavismo y maltrato.
Los únicos haitianos que podrían quedarse en nuestro
territorio, deben ser aquellos que laboran en el campo y la construcción, y
hasta que el Estado Dominicano prepare a los dominicanos que lo sustituyan, no más.
Ya está bueno de
atropellos de parte de gente que si no fuera por la mano amiga de los
dominicanos, ya hubiesen desaparecido. Basta ya.
