El informe emitido por el Instituto Nacional
Ciencias Forenses (INACIF) sobre las circunstancias de la muerte del ex senador
y ex gobernador de El Seibo, Geraldo Apolinar Aquino Álvarez, precisa que murió
de manera suicida al dispararse a la cabeza, la mañana del pasado día 14 del
presente mes en una oficina de abogado de su propiedad, ubicada en la calle
Palo Hincado, número 47, sector El Retiro.
La opinión de los expertos en la materia es
sustentada en las evidencias recolectadas y sometidas al análisis científico,
así como la autopsia realizada al cadáver, ambos a cargo del INACIF. La
autopsia practicada por el INACIF al cadáver del señor Aquino Álvarez está
marcada con el número A-205-12, de fecha 14 de octubre.
De acuerdo al informe, el señor Aquino Álvarez
se suicidó con el revólver marca Charter, calibre 38, cañón corto, número
9776988, encontrado en la escena, propiedad del señor Bienvenido Alberto Mejía
Martínez. El lugar debió ser abierto al derribar una puerta ya que
se encontraba cerrado por dentro.
El informe fue presentado por el general Manuel
Castro Castillo, director Regional Este, con siento en La Romana, y el fiscal de El
Seibo, Enrique Estévez de León, en rueda de prensa celebrada en el Salón de
Acto del Ayuntamiento.
Los resultados de la experticia demuestran que
la escena fue contaminada de manera accidental por la esposa, familiares,
amigos y curiosos, lo cual se evidencia con las huellas plantares de la señora
Luz María Santana Herrera, esposa del hoy occiso, quien tras derribar una
puerta, con ayuda de dos vecinos, penetró al lugar y abrazó el cuerpo “porque
todavía se movía” de acuerdo a su versión.
En esta circunstancia, la señora Santana
Herrera, movió el cuerpo de su esposo hacía ambos lados, precisando que el
revólver antes descrito no estaba en la posición que fue levantado y
fotografiado, sino entre las piernas con el cañón hacía arriba. Tras
esa acción, la señora Santana Herrera regresó a su casa y el cuerpo
se quedó sólo, lo que permitió la entrada la entrada a la escena de curiosos,
antes de la llegada de las autoridades.
Mediante el certificado número BF-0064-2012,
expedido por José Francisco Corniel Cruz, del INACIF, precisa que la experticia
balística realizada al dorso de la mano derecha y en la camisa del hoy occiso,
al ser sometido al examen químico se pudo detectar la presencia de residuos de
pólvora. También su mano derecha presenta lo que los peritos denominan “espasmo
cadavérico”, ósea que conserva la forma de empuñadura del revólver y el dedo
índice tiene la forma de haber apretado el disparador.
Los investigadores, al conocer estos detalles,
opinan que a la llegada de la señora Santana Herrera a la escena el señor
Aquino Álvarez todavía tenía el arma en las manos.
En tanto que una prueba forense realizada al
señor Bienvenido Alberto Mejía Martínez arrojó que no detectó la presencia
de residuos de pólvora, conforme el certificado número BF-0065-2012, expedido
por Corniel Cruz, del INACIF. La experticia balística realizada al referido
revolver, a un proyectil y dos casquillos encontrados en la escena, arrojó que
había sido disparado de manera reciente.
En los resultados de la autopsia se precisa que
a simple vista aparenta que el cadáver presenta una sólo herida causada por la
salida de un proyectil, pero en los resultados obtenidos se pudo comprobar que
los dos proyectiles “entraron por el mismo lugar”, pero realizaron dos
orificios con trayectorias diferentes.
Además se pudo contactar que uno de los
proyectiles se quedó alojado en la cabeza “cara inferior del lóbulo temporal
derecho”, siendo recuperado durante la autopsia.
Por lo que la causa de la muerte, de acuerdo al INACIF, fue otro disparo con
entrada y salida en la región auricular izquierda, cuyos efectos tuvieron una
naturaleza esencialmente mortal.
En el proceso investigativo fueron interrogadas
18 personas, entre ellas testigos oculares y presenciales, así como
cuestionados familiares, relacionados y un médico psiquiatra que
certificó que el hoy occiso se encontraba padeciendo de una depresión profunda,
por lo cual recibía atenciones médicas e ingiriendo medicamentos recetados, que
no le permitían comer y casi no dormir durante la semana del hecho.