<b>En las últimas semanas
han aparecido cadáveres en cañaverales y entornos de las autopistas del país. Son
hechos que llaman la atención por las circunstancias en que transcurren.
Varios cuerpos sin vida
han sido encontrados en los campos sembrados de caña próximos a la autovía del
Este, autopista 6 de noviembre, por las inmediaciones de San Cristóbal, y en
algunos bateyes y zonas de escaso tránsito humano.</b>
Las armas utilizadas
son pistolas y cuchillos. Hombres y mujeres han sido las víctimas. Incluso,
algunas de esas víctimas aparecieron desnudas.
El caso más reciente lo
informó la policía. Se trata de los cadáveres de tres hombres, entre ellos un
raso de la institución, hallados a la altura del kilómetro 6 de la autopista
Nagua-Sánchez, próximo a la comunidad de Matancita.
Las víctimas son el
alistado José Luis Rodríguez Gutiérrez, de 23 años, quien estaba asignado a la
32 compañía con asiento en Nagua, Yeuris Manuel Reyes Mateo, de 22 años, y
Francisco Antonio Silvestre Durán, de 19.
Da la impresión de que
estas son obras de bandas experimentadas de asesinos a sueldos, cuya aparente misión
es sacar de circulación por encargo o venganza a determinados ciudadanos y
dejar abandonados los cuerpos en zonas específicas. Es decir, terminar rápido
el trabajo y botar los cadáveres donde se puedan encontrar. Es como enviar un
mensaje a alguien.
Recientemente un joven
en Bonao fue apresado bajo sospecha de matar a su novia de apenas 15 años de edad
y el cadáver apareció dentro de un saco. Decenas de criminales son apresados
por la Policía y me pregunto si tenemos suficientes cárceles para alojarlos.
Sorprende la cantidad
de crímenes de esta naturaleza que se descubren cada día, sin contar los que ya
han sido una costumbre tales como los asesinatos de mujeres, parricidios,
matricidios, infanticidios.
César Lombroso, médico
y criminólogo italiano, nos da una buena explicación sobre el delincuente. Hace
un análisis antropológico y psicológico de estos individuos, sobre todo aquel
en que el delito prorrumpe tempestuosamente, como un huracán psíquico, anulando
la voluntad e impidiendo la sana y normal recepción de los acontecimientos.
Define, por ejemplo, al
delincuente pasional como aquel en que el delito prorrumpe tempestuosamente,
como un huracán psíquico, anulando la voluntad e impidiendo la sana y normal
recepción de los acontecimientos
También nos habla del
asesino profesional. Es el que participa regularmente y como medio normal de
vida, en una cultura criminal perfeccionada y dotada de un cuerpo de aptitudes
y conocimientos especializados. Es imputable.
No hay dudas de que
andamos mal. Nuestra sociedad está amenazada por los asesinos remunerados. Pero
existen otros asesinos circunstanciales, que son aquellos que atrapados por los
efectos del alcohol y las drogas cometen iguales delitos cuando salen a atracar
a indefensos ciudadanos.
La situación es tal que
ya no existen garantías en las calles ni en nuestros hogares. Sentimos miedo
cuando recorremos las calles, pero también al desmontarnos de un vehículo para
penetrar a la casa o a cualquier lugar público. Así no podemos seguir.
En nuestra próxima
entrega analizaremos algunos aspectos de las investigaciones antropológicas de
César Lombroso sobre el delincuente para que nuestros lectores sepan bien cuál
es el fenómeno que enfrentamos.
