<P>Puerto Príncipe, 11 ene (PL) Para Jacques Lemmony, aquel atardecer del 12 de enero de 2010 parecía el de un martes cualquiera, pero no imaginaba que su historia y la de Haití estaban a punto de cambiar para siempre.</P>
<P>Hoy, vísperas del segundo aniversario del terremoto, solo recuerda que iba de regreso a su casa (acababa de recoger a su hijo del colegio que quedó después en ruinas) y sintió una extraña sensación que, cuenta, todavía le hace perder el sueño.</P>
<P>"No sé si fueron ideas mías, pero sentí que un momento antes del temblor hubo como un gran silencio, todo quedó demasiado tranquilo unos segundos. Y entonces pasó", relata vía electrónica a Prensa Latina.</P>
<P>Dice que a lo primero que atinó, casi instintivamente, fue a abrazar a su hijo Michel, entonces de cinco años.</P>
<P>A él, que en sus 30 años de edad, vivió casi todos los días las habituales sacudidas de las tierras y las montañas de Haití, acostumbradas a temblar, el sismo le pareció, por un momento, solo uno más, un movimiento cotidiano.</P>
<P>Pero cuando se levantó, todavía con Michel tomado de la mano, vio que la ciudad y la gente, tal vez él mismo, ya no eran iguales.</P>
<P>Un terremoto de 7,0 grados en la escala abierta de Richter había partido en dos la historia de Haití. Más de 300 mil personas murieron y casi dos millones quedaron sin hogar, más de 80 mil edificios cayeron al suelo.</P>
<P>Camino a su casa, recuerda, todo era destrucción, "la gente se quejaba, lloraba, todo estaba por el piso, mi hijo también lloraba y yo no sabía que hacer, ya había muertos por todos lados y todo estaba destruido".</P>
<P>De acuerdo con datos oficiales, aún quedan por remover más de cinco millones de metros cúbicos de aquellos desechos, una cantidad similar a la capacidad de dos mil piscinas olímpicas.</P>
<P>En el segundo aniversario del sismo, Lemmony cree que Haití no es muy distinto: las calles siguen llenas de basura y escombros, la ciudad sigue destruida y la gente ha perdido la esperanza.</P>
<P>"Eso es lo que más me preocupa, dos años después siento que la gente ya no espera nada, estamos resignados, y las condiciones de vida son cada vez peor, hay que ver cómo viven los damnificados", sostiene.</P>
<P>Lemmony, que trabaja en una sección de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (Rnddh) dedicada a la atención a las personas que perdieron su casa durante el terremoto, dice que cuando entra a un campamento siente una opresión en el pecho.<BR>Solo cuando uno va a los campos y ve cómo vive esa gente en las carpas de lona puede tener una idea de lo que pasa en Haití, afirma.</P>
<P>Más de 800 campamentos quedan aún dispersos por todo Puerto Príncipe y, según la Rnddh y la Organización Internacional para las Migraciones, las condiciones sanitarias de esos lugares rondan los límites de lo infrahumano para las 580 mil personas que viven todavía allí.</P>
<P>Llegamos al segundo año y todo sigue igual, me pregunto hasta cuándo seguiremos así, cuándo el mundo se preocupará en realidad por cómo vivimos los haitianos, cuestiona.</P>
<P>Como hace dos años, en las vísperas del aniversario, Haití vuelve a ser noticia en todos los medios de prensa del mundo, pero Lemmony se pregunta qué pasará después, dentro de unos días, cuando los ojos del mundo vayan a otros titulares y los haitianos sigan en las mismas condiciones, olvidados, sin esperanza.<BR>mgt<BR></P>