Parece que fue ayer, cuando una nube gris cubrió por completo los cielos del vecino país. Bastaron cinco minutos para que Puerto Príncipe exhibiera la más espantosa de las vistas: Edificios colapsado, casas, autos, escuelas, colegios hospitales y otras estructuras hechas añicos, cuerpos polvorientos yacían sobre las calles. Un Terremoto de 7,2 gados en la escala de Richter se había adueñado de esas tierras. Los sonidos de espanto, llantos, dolor y pedidos de auxilio, se anteponían a algunos sobrevivientes que quedaron pasmados ante lo que parecía una quimera.
A doce meses de aquel aciago 12 de enero, aunque no hay cuerpos esparcidos en calles y avenidas, ni gritos de dolor bajo los escombros, es innegable que miles han muerto en el 2010 y muchos siguen muriendo en este 2011.
La maldita miseria vive a sus anchas en Haití adornada de ruinas con angostos jardines de espanto, sembrados de hambre y cólera, rociados cada mañana con la sangre de las nuevas victimas que mueren para pasar a mejor vida. Mujeres y niñas ultrajadas en los campamentos para refugiados ante los ojos ciegos de la justicia.
Organismos humanitarios calculan en mas de un millón las personas que aun viven en los campos de refugiados donde alrededor de 380 mil niños -algunos mutilados física y espiritualmente- viven con el sueño de reencontrarse en algún momento con sus seres queridos, y más aun, regresar a la calidez y seguridad de un hogar.
Fondos que no llegan
De acuerdo con el enviado especial de la ONU para Haití, William Clinton, apenas 42 por ciento de los dos mil 100 millones de dólares prometidos en 2010 por la comunidad internacional para la reconstrucción en Haití han sido entregados hasta el momento.
Por otro lado la ONU y sus socios internacionales tienen la meta de construir 100 mil viviendas adicionales, que darían hogar a 500 mil personas, durante el transcurso de 2011.
Es cierto que son muchas las necesidades de los haitianos, no solo viviendas dignas, sino empleo, educación, servicios sanitarios de calidad, seguridad y sobre todo un régimen gubernamental con mayores oportunidades para los ciudadanos.
También es cierto que se necesita voluntad ante todo, una política de estado que tome las riendas del desarrollo, que comience de una vez y por todas a generar los cambios necesarios para garantizar una vida más justa para los haitianos. ..Con más acción…y menos corrupción.