Hasta los últimos años de la década de los 90, la disfunción eréctil, popular y erróneamente llamada "impotencia", era tratada mediante implantes, inyecciones en el pene o supositorios uretrales. Estos abordajes terapéuticos eran tan agresivos o costosos, que muchos varones preferían renunciar a la vida sexual en edades tan tempranas como los 40 o 50 años, cuando presentaban los primeros problemas con la firmeza de su erección. Y entonces, comenzaban los conflictos de estas parejas y de estos hombres en particular.
David Barrios, médico y sexólogo mexicano, en 1998 comentaba esta situación en un trabajo que desarrollo y presentó en el IX Congreso Latinoamericano de Sexología y Educación Sexual: "Cuando sobreviene la disfunción eréctil, el varón siente perdida su hombría, reduce su autoestima, utiliza en ocasiones la proyección defensiva, culpando a su pareja de la pérdida de la erección y de paso tratando de ocultar su miedo. Tiene oscilaciones de carácter, suele enojarse y agredir, angustiarse sin manifestarlo, deprimirse y, a veces, buscar otras parejas para satisfacer su machismo y reafirmar su virilidad". (1)
El 27 de marzo de ese mismo año, la Food and Drug Administration (FDA), agencia reguladora de fármacos en los Estados Unidos, aprobaba el VIAGRA (Citrato del Sildenafil), desarrollado por los laboratorios Pfizer, como el primer tratamiento oral para los pacientes con disfunción eréctil.
Aunque no fue fácil que estos varones ni sus médicos accedieran a hablar de sus padecimientos más íntimos. "Nos enfrentamos con enormes barreras en la comunicación que tanto médicos y pacientes estaban acostumbrados a tener con respecto a la sexualidad", comenta el Dr. Juan Carlos Ovalle, Director de Asuntos Médicos para Pfizer Latinoamérica. "Hubo que cambiar la manera de pensar de los doctores, dándoles razones y herramientas para convencerlos de que superar la barrera del diálogo merecía la pena".
¿Era posible que finalmente los problemas de alcoba salieran a la luz con este nuevo medicamento contra la disfunción eréctil? Diez años después, sabemos que las cosas efectivamente podían cambiar.
Hoy los especialistas coinciden sin discusión en que la disfunción eréctil es un problema de salud pública. Según la encuesta global Better Sex, presentada en el 2006, se estima que actualmente el 74% de los hombres mayores de 25 años en Latinoamérica quieren mejorar su vida sexual (2) y estudios de prevalencia muestran que, alrededor del 52% de los hombres mayores de 40 años tiene algún grado de disfunción eréctil (3). Esto representa unos 145 millones de hombres con disfunción de este tipo solamente en Latinoamérica (4).
La Dra. Carmita Abdo, sexóloga y psiquiatra de la Universidad de Sao Paulo, agregó: "La llegada de VIAGRA impulsó el interés de una amplia gama de especialidades médicas en la sexualidad humana, lo cual sin duda ayudó a millones de pacientes que no se atrevían a hablar sobre esos temas con su médico de confianza. La educación que recibieron los médicos les ayudó a abordar al paciente con mayor facilidad".
Incluso, muchos especialistas han confirmado que poner más énfasis en el diagnóstico de la disfunción eréctil, ha llevado a muchos médicos a detectar a tiempo enfermedades en sus pacientes, que todavía no se habían manifestado clínicamente, como diabetes o hipertensión, y ha proporcionado la posibilidad de hacer medicina preventiva. Es decir, la disfunción eréctil se ha convertido en un marcador importante de padecimientos subyacentes no diagnosticados.
Sin embargo, la eficacia del VIAGRA sigue siendo la mejor explicación para la revolución que transformó la vida sexual de los hombres de nuestro tiempo. Porque al ser seguro, no invasivo, cardioprotector, de fácil administración y reestablecer la fisiología natural de la erección, garantizó el regreso de una vida sexual satisfactoria, sin temores entre las parejas afectadas.
Más allá de la disfunción eréctil
El hecho de que los varones que padecen algún grado de disfunción eréctil puedan disponer de un tratamiento eficaz, no significa únicamente continuar con la vida sexual, sino conservar el bienestar general del individuo, su pareja y familia y, sobre todo, recuperar la salud sexual, que es un derecho que todos los seres humanos tenemos y que ha sido avalado por la Organización Panamericana de la Salud (5). Gracias a VIAGRA hombres y mujeres de esta región del mundo han logrado ejercer plenamente ese derecho.
Diez años después, VIAGRA sigue siendo una de las mejores herramientas para mejorar la salud sexual de las personas. Y como se ve, en otra década quizá esté aportando su eficacia en áreas médicas insospechadas. Todo parece apuntar en esa dirección.
