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Combatiendo el olvido

por Carlos Tejada
octubre 24, 2007
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Mientras Alberto Peralta Arias, cariñosamente Tico, uno de los más talentosos mecánicos automotrices que he conocido, reparaba mi añejo y querido cacharrito, arribó al taller otro vehículo convaleciente, cuyo propietario escuchaba su radio a un volumen propio de las personas decentes, enviando canciones que rememoraban etapas que ya el tiempo ha dejado muy atrás. En tanto, el candente sol meridiano abusaba de su capacidad y los recuerdos rebosaban mi alma, me daba cuenta de que aquellas canciones padecían la misma enfermedad que mi sufrida carcacha: el olvido, que con lentitud y firmeza lo corroe todo, de tal modo que cuando el daño es irreparable o devastador es entonces cuando valoramos lo que siempre hemos mantenido en total descuido u oculto ¨en el bolso de piel marrón ¨de alguna Penélope o en el penoso destino de una ¨flor sin retoño¨.

Recordé a cada uno de los amigos que acompañaron mis ayeres, los lugares donde disfruté, soñé y lloré la infancia, tanto como los barrios donde fui creciendo y logrando una porción de conciencia social, tal vez arrastrado por la ¨luna que se quiebra entre las tinieblas¨de un ¨vendaval sin rumbo¨.

Me pareció recorrer las mismas calles de siempre, con las casas idénticas a como las dejó el olvido, intactos la escuela y el alumnado e incólume lo platónico del fervor por la chiquilla que también ël tiempo borró¨y envió sólo sabe Dios adónde para demostrarnos que ¨la vida es una tómbola¨ y que como tal tampoco vale nada.

Es por eso que “en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, imborrables momentos¨ que en realidad “yo debía olvidar y no puedo¨.

Por mi mente colmada de romanticismo musical fueron sucediéndose las escenas de los acontecimientos políticos que preocuparon la estabilidad de la nación y mantuvieron en vilo y constante zozobra el nivel emocional de los dominicanos y las dominicanas, aún ¨cuando la playa se llenó de luz y sol¨ y expresarle ¨gracias a la vida¨ porque nos ha dado tanto y también nos ha quitado en igual o mayor medida. Por esa razón muchas veces me siento igual que mi calle: triste.

Consignas cada vez más desafiantes, sumándose autoridades que las reprimían con descarnada indolencia y saña, resultaban en un panorama desalentador, pero había que defender el espacio de la esperanza y la pureza porque ¨por amor se han creado los hombres en la faz de la tierra¨ y porque ¨a pesar de todo¨ no sólo ¨la gloria eres tú¨ si no que por demás ¨eres tú mi paraíso¨.

Me abrazó la feroz ängustia de no tenerte más¨, sabiendo que ¨ no vendrás¨aunque ¨te espero allí donde tú sabes¨, quizás ¨bajo un palmar¨, con un ämor sin esperanza¨ o con un ämor perdido¨ que äunque me cueste la vida¨ siempre ¨vivirás en el recuerdo¨como una ëspinita que se me ha clavado en el corazón¨ con ¨campanitas de cristal¨ que mitigan mi ¨esperanza inútil¨ con un refrescante ¨rayito de luna¨.

Y aunque me fue ¨ïmposible expresar con palabras cómo entraron en mi corazón¨ sigilosamente äquellos ojos verdes¨ por los que juré que ¨jamás te olvidaré¨, sobre todo porque ¨la noche se perdió en tu pelo¨, ella misma ¨me hace volver y enloquecer¨, pues ¨tu amor de noche me llegö¨ y por eso ¨puedo escribir los versos más tristes¨ sin más esfuerzo que embriagarme de nostalgia.

¨Ahora que soy libre como antes¨, ¨libre igual que el viento¨ y ¨libre como el ave que escapó de su prisión¨, puedo afirmar afirmar que ¨por ese palpitar que tiene tu mirar¨es que ¨yo de aquí no me voy¨, pues aunque ¨vivo condenado a la distancia¨ sé que ¨por algún camino yo la encontraré¨ y estoy seguro que ¨volveré como un ave que retorna a su nido¨ porque ¨los amantes que se quieren no se pueden olvidar¨.

Te aseguro que ¨amor de pobre solamente puedo darte¨, ya que ¨no tengo dinero ni nada que dar¨, pero ¨te voy a regalar un continente¨, pues ¨yo tan pobre, ¿qué otra cosa puedo dar?, porque a pesar de preguntarme “¿qué daría yo? Estoy convencido de que ¨yo soy aquel que por tenerte da la vida¨ y te juro que ¨daría todo si estuvieras aquí¨.

Así, ¨de repente, como si fuera brujería¨, siento que viví ¨cien años¨ y a su vez ¨cien mil cosas¨ de esas que ¨no fueron hechas para mí¨, mas, sin saber decirte ¨cómo fue¨ que ¨contigo aprendí¨, debo establecer que ¨ahora seremos felices¨, pues ¨te voy a enseñar a querer como tú no has querido¨ y a lo mejor ¨cuando vuelva a tu lado¨ ya no habrá ¨mil congojas¨ ni asomos de ¨desvelo de amor¨ ni quizás ¨despedida¨ porque ël árbol¨ que plantamos para ¨soñar a la orilla del mar¨ florece allá ¨en el viejo San Juan¨y se recicla en ¨Quisqueya, la tierra de mis amores¨.

Y ¨esa tarde vi llover¨, pero ¨qué me importa que la lluvia caiga despiadamente¨ o que ¨el reloj no marque las horas¨si poquito a poco ¨me estoy acostumbrando a ti de tal manera¨ porque de modo clandestino ¨estás en mi corazón¨y te llevo ¨siempre en mi mente¨, aunque ¨ya no estás más a mi lado¨ y muy a pesar de que ¨la puerta se cerró detrás de ti¨.

He asumido mi derrota también pensando que ¨tu adiós no es un adiós, si no un morir¨ porque ¨tu alma gemela a la mía¨ me recuerda cuan ¨caribe soy¨ y que cual ¨nota melosa que gimió el violín¨ lo nuestro es más que ¨dilema¨, es älgo como ¨pasión y delirio¨ de ämar y vivir¨ tan ¨desesperadamente¨ que ¨para darte mi corazón¨ creo sumergir ¨en un beso la vida¨.

Así cuando ¨me faltabas tú¨ ciertamente ¨he sabido que te amaba¨, pero ¨hay que saber perder¨ porque ¨hay que vivir el momento¨ a pesar de ¨la enorme distancia¨ y estando ¨en el puerto de mi caravela¨hoy que ¨mi barca tiene que partir¨ y que yo también ¨daré la media vuelta¨ para irme con el sol entre ¨luz y sombra¨ donde ¨el mar y el cielo parece que se unen¨, de seguro a devolverle sus aretes a la luna.

Por eso, ¨cada vez que te digo lo que siento¨ quisiera saber ¨¿qué es lo que pasa?¨,
¨¿qué cosa te hice yo?¨, ¨¿qué te pedí?¨ y ¨¿qué quieres tú de mí?¨ ya que ¨por seguir tus huellas¨ como un loco ¨por aquel camino verde¨ es posible ¨que pare la vida¨o ¨que se mueran de envidia¨ y del mismo modo toda esa gente tonta que siempre ha destruido a los que se aman¨.

Pero, aunque ¨somos diferentes¨, ¨sigamos pecando¨o nos perdamos ¨donde nadie nos encuentre nunca¨, ¨sabrás que te quiero¨ y que ¨te amaré toda la vida¨ y, aunque no me retraces la muerte regalándome esta noche, al menos ¨recuérdame, que recordar es volver a vivir¨¨ porque ¨un viejo amor ni se olvida ni se deja¨.

Si tras ¨un siglo de ausencia¨, como ¨virgen de medianoche¨ que desea escapar ¨con la vieja luna¨, pensaste que fuiste “una aventura más par mí¨, debo reafirmar que ¨únicamente tú eres el todo de mi ser¨y ¨por si no te vuelvo a ver¨ porque ¨ya es muy tarde¨, ¨si me comprendieras¨, ¨vida consentida¨, y aumentara tu ¨poquita fe¨, quiero que ¨aunque no sea a mi lado¨ seas feliz sin importar que ocurra ¨solamente una vez¨.

En definitiva, ¨qué triste fue decirnos adiós¨, ¨un adiós sin razones¨, que desemboca en que ¨hoy me acuerde más de ti¨ porque ¨fuiste mía un verano¨y ¨quiero abrazarte tanto¨ que ¨me está doliendo el alma¨, ¨en esta noche callada¨en que aún librando un feroz combate contra el olvido, ¨con mi corazón te espero¨.

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