El licenciado Danilo Medina renunció al cargo de secretario de Estado de la Presidencia para optar por la nominación presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, donde se le reconoce un gran liderazgo, al extremo de que muchos analistas sostienen que tiene (o tenía) el control de la estructura orgánica. Su renuncia produjo una ruptura ‑para muchos insalvable‑ con el presidente Fernández, que se ha lanzado tras la repostulación, desconociendo el programa de gobierno que le presentó al electorado en las elecciones del 2004 año, que planteaba la no reelección. También el presidente Fernández rompió un acuerdo con Danilo Medina de apoyarlo en sus aspiraciones. Como no había reelección en la oferta electoral, lógico era suponer que Fernández brindara toda su colaboración a quien había sido su principal aliado político. Pero no ha sido así: el presidente Fernández ha hecho de la mentira un recurso político. Ahí está tras la reelección que tanto le criticó a Balaguer y al ingeniero Hipólito Mejía.
El poder que tenía Danilo en la estructura del partido parece perder fuerza por la compra de dirigentes y simpatizantes. A la gente de Danilo la están entrando a papeletazo limpio.
Al salir del Palacio Nacional Danilo Medina habló fuerte y claro. Algunos lo han acompañado. Otros se han quedado esperando la tentadora oferta. Las inconsecuencias de algunos danilistas y el dinero de los leonelistas comienzan a juntarse en sórdidos pasillos del Congreso, en turbias oficinas del Palacio o en las trincheras del deshonor de muchos gobernadores provinciales. Otra vez el dinero corre a borbotones en el PLD, como diría el inefable Franklin Almeyda.
Danilo aseguró que si la reelección se imponía el PLD terminaría en el zafacón de la historia. Dijo que lejos de agregar impuestos, había que quitar algunos.
Todos pensamos que haría valer sus palabras. Sin los diputados y senadores de Danilo, Fernández no habría podido imponer ese paquetazo abusivo y criminal, que afectará a la clase media y a los pobres. Pero Danilo se metió en miedo. No se atrevió a jugar con duro. El gobierno le ha dado una puñalada al pueblo. Y Danilo Medina ha sido cómplice. Tanto Fernández como Danilo deben pagar las consecuencias políticas de eso.
Danilo Medina se perdió en lo claro. Salió del gobierno decidido a buscar la Presidencia, pero con temor de enfrentar a su principal enemigo, que no está jugando. Por el contrario, está utilizando todos los recursos de que dispone. El presidente Fernández sabe lo que quiere y lo obtendrá por las buenas o por las malas. El artículo 55 de la Constitución es una carta de impunidad y de maldad que le da poderes casi divinos al mandatario.
Si Danilo Medina quiere ser candidato, tiene que mostrar carácter, tiene que enseñar sus garras. Si el otro es un "León", usted tiene que ser un "Tigre" dispuesto a defender su espacio. No se puede dejar intimidar por un rugido. De lo contrario, métase el rabo entre las piernas y abandone el campo de batalla.
Los liderazgos se fraguan al calor de la lucha política, enfrentando y defendiendo intereses, ganando simpatías, sumando voluntades, abriendo y cerrando puertas, siendo coherente con las ideas y solidario con la gente. Un líder tiene que tener muy clara la estrategia y una táctica dinámica que le sirve de palanca para alcanzar el objetivo final.
Si usted no tiene las herramientas del líder, carisma, ángel y carácter, entonces deje la política, siga siendo subalterno. Al que nace para martillo del cielo le caen los clavos.
Al salir del Palacio Nacional, Danilo Medina habló como un gallo, pero permitiendo que su gente en el Congreso aprobara la reforma fiscal, puso como gallina. Ahora debe comprarse un perro prieto. Entenderse con Fernández y volver al cargo de secretario de Estado de la Presidencia, que lo hace muy bien, porque de que tiene capacidad y talento, los tiene.
