La buena o mala suerte, es solo una condición que se percibe en los seres humanos, dependiendo la visión de cada uno. No dejemos que la palabra mala suerte forme parte de nuestro acervo dialéctico, esa palabra a la que todos tememos como el Diablo a la Cruz, solo ocurre cuando nosotros lo permitimos.
En todo lo que hagamos tengamos presente que si somos masajistas no debemos poner como negocio una clínica de odontología, por el hecho de que un Juan Pérez (Un hombre Cualquiera) tubo éxito con su carrera de odontología.
“No te empeñes en cantar cuando tu vocación es la peluquería.”
Es bien sabido que algunas se autodefinen como seres humanos con mala suerte, o fucú, mientras que otras alegan haber nacido con la flor como la auyama. Pero realmente en la vida, hay definiciones tan sencillas, con nada de complejidad, que nos pueden llevar a tener una trayectoria profesional, laboral y espiritual excelente siempre y cuando, más que creer en la suerte o la desgracias nos dediquemos a hacer las cosas con las cuales somos afines; es sencillo, la cuestión es que me gustaría cantar y bailar al igual que Shakira, o tener la boca de Angelina Jolie, o las pompis de Jennifer López, o estar casada con Marc Anthony, pero el hecho de que no cante o baile como Shakira , no tenga los labios como Angelina, o no tenga las ponpis como Jennifer, ni esté casada con Marc significa que tengo mala suerte, sino que mi destino es otro, que es otra mi vocación y que Dios nos hace a cada quien como debe ser.
Hagamos bien las cosas que sabemos hacer, no nos empeñemos en tener éxito basado en los logros ajenos, nuestro destino dependerá de la visión y el calor que demos a nuestros planes futuros, sin importar, lo que piensen los demás, y como dice el refrán seamos felices …siempre bajo cualquier circunstancia, y si del cielo nos caen limones hagamos una limonada.