SAO PAULO, (Xinhua) — La ola de ataques lanzados por el crimen organizado en Brasil desde el viernes ha provocado hasta ahora 81 muertos, informó hoy la Secretaría de Seguridad del estado de Sao Paulo. De acuerdo con el último balance oficial, las víctimas son 28 policías, ocho agentes penitenciarios, tres guardias civiles y cuatro civiles, entre ellos familiares de policías. Los otros 38 muertos son sospechosos de haber participado en lo ataques.
Los heridos son por lo menos 49, mientras que hay 91 sospechosos detenidos en el Departamento de Investigaciones del Crimen Organizado (Deic).
Comisarías, patrullas, bancos y autobuses del servicio público han sido blanco de alguno de los más de 180 ataques que hombres armados lanzan desde hace cuatro días en todo el estado.
Los ataques a autobuses provocaron un caos en el transporte público, dejando a más de tres millones de personas sin servicio, mientras que cientos de escuelas cerraron sus puertas ante el temor de los padres de mandar a sus niños por los atentados.
El tránsito en Sao Paulo, donde viven 20 millones de personas contando su cinturón industrial, se agravó por los numerosos puestos de control montados por la policía en busca de sospechosos.
Pese a la tensión, las autoridades de Sao Paulo descartaron la posibilidad de decretar el toque de queda en la ciudad, y el gobernador, Claudio Lembo, rechazó la oferta de desplegar militares en las calles de la ciudad, como ofreció el gobierno federal.
"Agradecemos la oferta, pero creemos que éste no es momento de poner al Ejército en las calles. La policía de Sao Paulo está en condiciones de enfrentar esta crisis", dijo Lembo tras reunirse con el ministro de Justicia, Marcio Thomaz Bastos.
Por su parte, el comandante de la policía militar de Sao Paulo, coronel Eliseu Eclair, subrayó que la de hoy fue una jornada menos violenta que las anteriores, y advirtió que la "sensación" de violencia y los rumores, alimentan un "pánico exagerado".
Sin embargo, comercios, escuelas, universidades de la capital y otras ciudades del estado decidieron liberar antes a sus empleados y alumnos temiendo una nueva noche de terror, como las pasadas, por los ataques a balazos.
La Pontificia Universidad Católica paulista suspendió las clases nocturnas, alegando "la situación de inseguridad generalizada en la ciudad", y sostuvo que volverá a la normalidad sólo "cuando se restituyan las condiciones adecuadas para el funcionamiento de la universidad".
Dos de los mayores centros comerciales de Sao Paulo, Iguatemí y Market Place, cerraron sus puertas a las cuatro de la tarde, mientras que multinacionales con oficinas en el centro de la ciudad, como Microsoft y Samsung, liberaron a sus empleados al mediodía.
Además de los ataques, los presos estaban amotinados en al menos 20 prisiones de todo el estado, donde mantenían a 83 rehenes en su poder, en su mayoría familiares y guardias carcelarios.
Según las autoridades, los ataques fueron ordenados por el Primer Comando de la Capital (PCC), el principal grupo del crimen organizado de Sao Paulo, en protesta por el traslado a prisiones de máxima seguridad de sus jefes máximos.
El ministro de Justicia, Marcio Thomaz Bastos, analizó hoy la situación con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y destacó que la oferta de tropas no significa una "intervención" del estado.
El gobernador Lembo, quien pertenece al derechista Partido del Frente Liberal (PFL), opositor al gobierno federal, descartó durante el fin de semana la ayuda federal, lo que le valió duras críticas de diferentes sectores.
Bastos dijo hoy que el gobierno federal tiene listos 4.000 hombres de la Fuerza Nacional de Seguridad, creada en 2004 con tropas de elite de las policías estatales, para ser enviados a Sao Paulo, de ser necesario. Fin
